Los países de todo el mundo conmemoran a todos aquellos que han fallecido, y celebran las victorias de hombres, mujeres y poblaciones LGBTI que ha ganado la batalla contra el virus.
En 1988, la Organización de las Naciones Unidas declaró el 1 de diciembre como el Día Mundial de la Lucha contra el Sida. Desde entonces, los países de todo el mundo conmemoran a todos aquellos que han fallecido, y celebran las victorias de hombres, mujeres y poblaciones LGBTI que ha ganado la batalla contra el virus.
Cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS) contabiliza 38 millones de personas fallecidas alrededor del mundo en 2019.
Las personas con mayor riesgo de infectarse de VIH, según estableció la OMS, suele ser hombres que tienen relaciones sexuales con hombres; personas que se inyectan drogas; trabajadores sexuales y sus clientes, los cuales son denominados “poblaciones clave”.
Las personas claves son fundamental para acabar con la epidemia del Sida para 2030. Para lograrlo es necesario que los países inviertan en prevenciones combinadas que responda a las necesidades de estos grupos poblacionales. Dentro de estos grupos, hay que priorizar al sector como las poblaciones indígenas y migrantes, cuyo contexto geográficos, culturales y económicos ha puesto en condiciones de vulnerabilidad.
Los sectores más vulnerables a la epidemia del Sida tienen menos posibilidades acceder a los servicios de salud y de prevención, debido a los altos niveles de discriminación en las unidades públicas.
En América Latina y el Caribe aún no se adopta el enfoque integral de prevención. Sin embargo, algunos países en ambas subregiones ya están fortaleciendo y ampliando sus intervenciones combinadas y adaptándolas a sus epidemias locales.